Habitualmente y cada vez con mas frecuencia se recurre al dictamen, no vinculante, de expertos, psicólogos forenses.
Para evaluar las competencias de los progenitores, sus capacidades y el desarrollo emocional y necesidades del menor para establecer cual es el régimen de custodia más adecuado.
Es muy frecuente que el menor se vea obligado, en muchas ocasiones por la actitud de uno de los progenitores inconsciente o consciente en otras ocasiones de hacerle participe del conflicto.
O dicho de otro modo de no preservarle del mismo.
En esas ocasiones el menor se ve obligado por no defraudar o “enfadar” a uno de los progenitores a decir o hacer lo que sabe que éste espera de él.
O tomar partido por él.
En términos forenses estamos ante una “instrumentalización” del menor, termino que particularmente me resulta muy gráfico.
Y donde podemos encontrar el origen a este desequilibrio emocional del menor, se trata de evaluar cual es el origen
Pueden ser algunos de estos motivos.
Estas actuaciones como he indicado al principio no siempre son intencionadas.
Muchas veces uno de los progenitores no es consciente de que con su actitud, a veces de una forma victimista, o simplemente traumatizado o sobrepasado por una situación que tiene que manejar, se comporta así con los hijos.
Comentando sus circunstancias en voz alta, lamentándose, de “tú a tú”, haciéndoles partícipes de la situación, de sus miedos, etc.
Es importante la evaluación del menor cuando se sospecha de interferencias parentales.
Que el psicólogo sabrá detectar e informar no solo al Juzgado si no a los propios progenitores a fin de solucionar el conflicto preservando a los menores y garantizando su bienestar y desarrollo emocional.